lunes, 29 de octubre de 2018

Bolsonaro Gatinho

Otra pálida más y parece que nos vamos acostumbrando. La verdad es que la regla general para los pueblos de esta parte del mundo siempre fueron pálidas, solo que un par de generaciones tuvimos la suerte de ver la excepción a la regla y creímos que sería una tendencia que venía para quedarse.

Con la victoria del candidato progresista en el coloso país de México, casi como expresión de deseo, algunos vimos el principio del retorno de gobiernos populares en Latinoamérica, pero vino Colombia y ahora Brasil.

Aunque sobre Brasil hay que hacer salvedades para desglosar un poco el resultado electoral: en el año 2016 hubo un golpe de estado que derrocó el gobierno del PT y que las elecciones de este año, además de estar condicionadas por este hecho, también tuvieron al dirigente político con mayor respaldo en el país, Lula, proscripto, encarcelado e incomunicado. Esto es algo a tener en cuenta cuando hacemos análisis rápidos en el que concluimos que “la gente se equivoca, vota mal, vota con odio, etc.” Si no hacemos el esfuerzo por dejar de reducir todo a “la gente vota mal”, difícilmente podamos entender la motivación de un 55% del electorado brasilero que votó un candidato que expresó pensamientos que seguramente la mayoría de sus votantes rechaza.

Al igual que el caso de Trump, la motivación del voto, mayoritariamente, no estaba en los dichos xenófobos, misóginos u homofóbicos, sino que estaba  en las propuestas nacionalistas (en el país más nacionalista del mundo) de proteger las fuentes de trabajo, de hacer propio durante la campaña del sentido común anti político y romper con las formas protocolares y políticamente correctas.

Volviendo a Brasil, está claro que las clases dominantes no tienen la cantidad de votos necesarios para ser gobierno sin incluir en sus agendas las demandas más resonantes de sectores medios y bajos. Entonces ¿esos sectores votaron contra sus intereses? No, de hecho (sacando sus dichos misóginos y homofóbicos) supo ofrecer propuestas aceptadas por estos sectores. Por ejemplo el flagelo de la inseguridad es una demanda a la que el PT, aún con la policía militarizada y sacando a millones de la pobreza, no pudo terminar de satisfacer y por eso Bolsonaro hace propio lo que sigue: mano dura. Quien creyó que esa problemática se podía terminar con políticas inclusivas y un estado policial más fuerte, y todavía la sigue pareciendo, casi con seguridad ya terminó de aceptar el discurso de que son necesarios los escuadrones de la muerte.

Hay más ejemplos: la participación a las fuerzas armadas en el gobierno (recordemos que allá no hubieron juicios contra los militares genocidas como acá), la educación sin “influencia progre” en un país con tantos millones de católicos y evangélicos. En definitiva, gran parte de sectores medios y bajos tuvieron que haber visto en Bolsonaro el candidato que venía de afuera de la política, el que de todos los candidatos que había en la primer vuelta, con seguridad, no había formado parte de ningún gobierno del PT (algo así como las presidenciales argentinas de 2015, donde Macri era el único de los tres más votados que no había formado parte de ningún gobierno K). 

Es decir que Bolsonaro no solo fue el cuco descendiente de Hitler y que la mayoría de sus votantes no son solo masoquistas. Independientemente de los condicionantes ya mencionados y las fake news, Brasil no es un calco de Argentina, es un país mucho más complejo para analizar y que no merece que pequemos de “argencentrismo” para sacar conclusiones de 140 (o 280) caracteres.

No es mi intención cargar al PT con la totalidad de la culpa de la victoria de Bolsonaro, tampoco sugiero que el PT debería convertirse en un partido de derecha para ganar los votos de una sociedad que circunstancialmente tiende más a la derecha que a la izquierda, porque en definitiva el piso de votos y el techo alcanzado en el balotaje indica que también hay una gran parcialidad de la sociedad brasilera que rechaza las ideas de Bolsonaro y que en última instancia está más cercana al progresismo. 

Aunque todavía quedan más factores por analizar y reflexionar para poder entender qué es lo que está pasando en la región (y el mundo occidental en general) por acá no hay había otra pretensión de que se nos ocurra no caer en reduccionismos simplistas que nos lleva a repetir discursos hechos y después no tengamos respuestas para nada de las "sorpresas" que terminan pasando.

¿Conclusión preliminar sobre el resultado de las elecciones de Brasil?
La primer frase del primer párrafo.

sábado, 20 de octubre de 2018

No me olvido


Cada año que pasa vuelvo a reflexionar sobre lo que pasó. Hace 8 años recién estaba empezando a sentirme parte de un proyecto político “nacional y popular”. 
Es cierto que en el año 2003 mis viejos (en especial mi viejo) me llevaron a Plaza de Mayo para la asunción de Néstor Kirchner y a quien por algún motivo le tenía mucha fe, en esa oportunidad no fui por él sino por Fidel Castro y Hugo Chávez que iban a estar ahí. No había tradición peronista en la familia, sino una tendencia anti-peronista y de admiración a la izquierda en general. Creo que mis años previos al 2010 crecía en mi una tendencia a la izquierda, hasta que en el 2010 empece a sentirme como un hijo adoptivo de un movimiento al que pocas veces había visto con buenos ojos. Programas sociales, legislaciones progresistas y una mejora económica en general me hicieron ver que otro país era posible. También ver a las figuras de la “vieja política” englobados en contra de este proyecto terminó de hacerme cerrar la ecuación.

Fue en toda esta transición, a mis 17 años, donde lo ideológico se relegaba un poco frente al pragmatismo: un proyecto político que no encarnaba una revolución, pero que era lo mejor que me había tocado ver en la vida. Previo a este proyecto no había visto más que De La Rua, Saa, Puertas y Duhalde, personajes que no me gustaban ni un poco. A medida que pasaban estas cosas llegó un 20 de octubre de 2010, un día trágico en que un militante del PO era asesinado por la burocracia sindical. Admito que en el momento no comprendí la magnitud de lo que había pasado, ni las implicancias que tuvo el gobierno al cual empezaba a sentirlo propio (implicancias para bien y para mal, obvio).

Pasaban los años y cada aniversario de esa tragedia iba haciéndome distintas reflexiones, influenciado obviamente por la línea de mi organización: que nosotros estábamos totalmente en contra de aquellas prácticas, que no teníamos nada que ver, etc. Que en definitiva de nuestra parte, obviamente, siempre hubieron muy buenas intenciones con todo, pero lástima que algunos dirigentes se aprovechaban de eso y nosotros quedábamos pegados.

Para mi suerte, y quizás para la de muchos, hubieron militantes de izquierda que, de buena o mala manera, nos cuestionaron esa visión y tenían razón en algunos planteos. Realmente ¿no teníamos nada que ver con lo que le pasó a Mariano? Por acción u omisión ¿no fuimos responsables también? Sin ninguna intención de quitar mérito a lo positivo del proyecto político que defendí y defiendo, nuestro gobierno fue el que no terminó con la flexibilización laboral encubierta que nos dejó el laburo tercerizado, fue nuestro ministro de trabajo el que aconsejaba a Pedraza, fue nuestra propia organización política la que lo invitó para que nos forme sobre el mundo sindical. Uno podría decir que no existe ningún gobierno ni funcionario con las manos limpias, que uno podría haberles dado el beneficio de la duda en un principio pero... qué difícil cuando ya salieron a la luz los detalles y el trasfondo de la tragedia ¿no?

Difícil también, ante estos hechos, hacer de cuenta que fue cosa juzgada y que, por ejemplo, nuestro gran ex ministro Tomada (cada vez más querido conforme Triaca siga ejerciendo ese cargo) salió ileso judicialmente. Hablo por mi, quizás para algunos no sea difícil: ampararse en que la justicia no lo juzgó sea suficiente para votarlo, no una, sino dos veces, para dejar de lado nuestros juicios personales, que deben ser políticos si somos militantes y no dejar todo al criterio de lo meramente judicial.

Creo en que cuando uno milita en un espacio político, debe ser militante sin beneficio de inventario, que si está orgulloso de los logros que tuvo ese proyecto, también debe sentir vergüenza de los fracasos, debe repudiarlos y actuar en consecuencia, porque en caso contrario uno los avala también.

Cuando hablamos de volver mejores, realmente deseo que sea de verdad volver mejores y no volver a toda costa o con quien sea. Si hay 2019, que no haya nunca más un 20 de octubre de 2010.

Pasaron 8 años. No me olvido del militante Mariano, no me olvido del “compañero” Pedraza, no me olvido de nuestro ministro Tomada, no me olvido de mi organización, no me olvido de mi.

martes, 29 de mayo de 2018

Gracias...

A quienes hablan y no callan
A quienes sueñan y no duermen
A quienes quieren por lo que es y no por lo que vale
A quienes lloran porque otros ríen y no ríen porque otros lloran

A quienes van de frente
A quienes se preguntan y no se responden
A quienes buscan problemas y no soluciones
A quienes desordenan la vida y no se acomodan en ella

A quienes cuestionan y no asienten
A quienes creen en el sacrificio y no en sacrificar
A quienes brindan seguridad aún con todas sus dudas
A quienes tratan de atacar los motivos y no las consecuencias

A quienes saben que les falta algo y que ese algo no se compra
A quienes sospechan que no son libres
A quienes resisten y dan pelea
Gracias.

martes, 27 de febrero de 2018

Guía rápida para debatir sobre el aborto

Este blog nunca tuvo por intención brindar un servicio a la comunidad, pero en caso de que pudiese servir ¿por qué no...? El avance en las comunicaciones y en particular de las redes sociales, nos dan la oportunidad de debatir nosotros los proyectos, antes que lo haga la institución formal del parlamento legislativo, y que las ideas logren mucha más difusión que en otras épocas y sin necesidad de los medios de comunicación tradicionales. Esto genera no solo una discusión más profunda y pareja en la sociedad, sino que además puede marcar una tendencia que condicione en mayor o menor medida al parlamento legislativo, antes de que este comience formalmente a debatir.

No obstante esta herramienta tan importante que nos cae del cielo, sin haber hecho mérito para conseguirla, sin entenderla por completo, no suele estar siendo aprovechada de la mejor manera. Cada vez más se vuelve tendencia la idea de “es mi opinión subjetiva, la tuya también lo es, aceptala”. Bueno, esto se ve en lo cotidiano, y lógicamente también se refleja en las redes sociales. Es como si un mono se sentara frente a una computadora y empezara a escribir tocando cualquier tecla y que pretenda que aceptemos la coherencia de lo que sea que haya escrito. Sí, es valido como opinión, ahora si tu opinión se forma en premisas que yo te puedo cuestionar vos tenes dos opciones: a) defender las premisas. b) aceptar que te equivocaste. La tercera opción de “es mi opinión, punto” no es valido como argumento coherente, sí como creencia personal.

Partiendo de esta base, y con la intención de que nadie entre a un debate “dando piñas en la oscuridad con su opinión” a partir de acá empieza la “guía rápida para debatir sobre el aborto”:

En Argentina actualmente el aborto es ilegal, salvo que el mismo haya sido producto de una violación o ponga en riesgo la vida de la mujer. La Corte Suprema de Justicia determinó que para estos casos no hace falta recurrir a la justicia para que el Estado garantice la interrupción del embarazo, pero esto no evita entrar a la zona gris de: la mujer que quiere interrumpir el embarazo, pero todavía no está lista para aceptar que fue victima de violación (por millones de factores), el personal médico que se opone a realizarlo porque afecta a su código moral y/o creencias (que están en su derecho de hacerlo, pero no de impedir que otros médicos lo hagan... aunque prácticamente hacen lo posible por evitarlo), o entrar al campo de la relatividad respecto hasta qué punto el embarazo le puede generar un riesgo inminente a la vida de la mujer.

En conclusión, independientemente del fallo de la CSJ, la mayoría de las mujeres, incluso quienes estarían en condiciones de hacerlo en hospital público con todas las garantías legales, deciden interrumpir el embarazo de forma clandestina y en lugares más o menos seguros (según su nivel socio-económico).

Es importante tener en cuenta que el debate no es dicotómico entre “Pro-vida vs. Abortistas” o “A favor de metodos anticonceptivos vs. Aborto”. Algo que generalmente pasa en los debates es caer en estas dicotomías que poco ayudan a resolver esta problemática. De un lado y del otro se está a favor de defender la vida, no es una guerra santa entre angeles y demonios.

Además lo que se está pidiendo junto a la legalización del aborto, es garantizar los métodos anticonceptivos y la educación sexual integral. Hay que entender en este punto de que estamos en un país donde el Estado está ausente en muchísimas problemáticas que padece la sociedad y en especial los sectores más vulnerables, entonces es probable que muchas y muchos que participan en este debate hayan tenido educación sexual, conozcan y sepan sobre los métodos anticonceptivos, pero hay una gran parte de la población que no tuvo acceso a los mismos. Hay que considerar, además, que gran parte de las mujeres que abortan son de barrios a los que en muchos casos ni siquiera el Estado garantiza los servicios básicos, como agua corriente, luz, gas natural, cloacas, etc. En donde además, en general, el acceso a la educación (no solo sexual) es dificultoso.  

Hay que evitar de todas las formas posibles entrar al debate con frases hechas del tipo “que cierren las piernas”, “se hubieran cuidado”, “que tenga al hijo y lo dé en adopción, si fue producto de violación” y otras similares. En realidad hay que evitar entrar al debate con frases hechas, porque las mismas demuestran la ligereza con la que se abarca el tema y éste en particular no es para tomarlo a la ligera. Más si sos hombre, más si crees que es un problema solamente de la mujer, porque para un embarazo “convencional” se necesitan dos personas: un hombre y una mujer. Por más que la mujer sea quien menos posibilidades tiene de desligarse de la responsabilidad de llevar adelante un embarazo, por razones obvias, es momento de entender que también eso de “cuidarse” y “cerrar las piernas” corresponde al hombre. Salvo que el Espiritu Santo haya elegido a otra mujer para concebir, esto es una cuestión de dos mortales.

Y algo que es mucho muy importante, que no se puede dejar pasar, es el uso de la “superioridad intelectual y moral” para demostrar que tenes razón. Como dije más arriba, no se trata de “buenos” contra “malos”, no se trata de “inteligentes” contra “burros” . La persona con la que estás debatiendo puede estar más o menos informada que vos, puede tener más o menos experiencia que vos, pero de la forma que sea, sus argumentos son igual de válidos que los tuyos. Emm... argumentos no fundados en creencias personales, claro está.

Ya sé, el titulo prometía una guía rápida, y no fue ni tan guía ni tan rápida. Además dije que este blog nunca tuvo por intención brindar un servicio a la comunidad, que en caso de que lo fuera ¿por qué no...? Bueno, no es este el caso. Ahora ya pueden seguir debatiendo sobre la legalización del aborto.

jueves, 22 de febrero de 2018

No es purismo, es coherencia

No pretendo de mis dirigentes y responsables políticos la perfección. Tampoco la espero de mis compañeros y compañeras, como tampoco quisiera que ellos y ellas la esperaran de mi. Y aunque en el ámbito de lo político contemos con grandes cuadros que lograron una construcción admirable, no por eso podemos obviar cuestiones personales que son cada vez más cuestiones políticas. 

Los tiempos que corren nos obligan a que dejemos atrás los argumentos que se usaban para evitar las contradicciones que hoy hay que enfrentar. La zaraza de que el político no debe ser juzgado bajo una ética cristiana porque la política tiene su propia ética, es válida siempre que el político no proclame la justicia social y entre cuatro paredes contribuya a evitar la misma. Porque en principio o es un hipócrita o juega para el enemigo. Y juzgando bajo la ética cristiana es un Judas cualquiera. 

Hay una batalla al interior de los movimientos, al interior de las estructuras, en donde se define el modelo de militante que pretende “volver mejor”. Entre los que quieren volver mejores se filtraron expresiones de la opresión, del abuso, de lo salvaje, lo putrefacto que hay en la sociedad, que se sientan o trabajan para quienes ocupan lugares de conducción y representación en la organización de la que formo parte desde que tengo 18 años. Pero del otro lado hay militantes sin una sola mancha, que militan por la genuina convicción de que una sociedad justa es posible, que no son perfectos o perfectas, que les falta mucho camino por andar, pero que responden a un modelo íntegro de militante, que en su vida son consecuentes con sus ideas y discursos. 

De quienes traicionaron a sus militantes, a sus simpatizantes, a la organización, y todavía están acobijados en la estructura por decisión política de quienes no quieren ver esta realidad, ya no espero nada de ellos y ellas. Por quienes responden al modelo íntegro de militante, los y las que para mí van a tener el rol de cumplir con el mandato de volver mejores, me quedo en la organización a su entera disposición y con la pretensión de que no pierdan un valor invaluable del militante político: su humanidad.