lunes, 10 de octubre de 2016

De regreso a oktubre, sin un estandarte...

Hay golpes en la vida, tan fuertes... 
¡Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; 
como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma. ¡Yo no sé!
Son pocos pero son. Abren zanjas oscuras en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Estos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... pobre... ¡Pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza 
como charco de culpa en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes. ¡Yo no sé!
(Los Heraldos Negros - César Vallejo)

domingo, 2 de octubre de 2016

La película que vi

Termine de ver la película y cual Homero Simpson escribiéndole cartas a las películas me encuentro a estas horas indeterminadas donde podría estar haciendo muchas cosas que no estoy haciendo, escribiendo una queja para un libro de quejas imaginario (eventualmente este medio).

No soy crítico de películas y me reservo los comentarios al respecto de quienes sí lo son, pero en esta oportunidad paso a relatar de forma breve lo que pasó: los primeros cinco minutos de la película fueron calmos, cada personaje se presentaba ante el espectador en un escenario armonioso. Durante estos minutos el espectador empieza a experimentar un viaje imaginario donde escapa de la rutina, de los problemas, del ruido constante de la ciudad, para estar en un lugar cómodo ajeno a todo eso. 

Minutos más, minutos menos, la película comienza a perder todo aquello que la diferenciaba de la realidad cotidiana: empiezan las escenas de rutina, de problemas y de constante ruido de la ciudad. Drama va, drama viene, salvo algunos recuerdos de momentos felices, la película es un dramón. Finalmente uno comienza a hacerse la idea del final lógico de la película, es decir, el protagonista asumiría su derrota, se da cuenta que parte de ella es consecuencia de haber sido influenciado por historias de finales felices y... ¿se suicida? 
Bueno, no , seria muy fuerte, pero podría ser menos ingenuo la próxima vez, menos confiado y mas frío. Sip, esto es lo que parece que va a pasar, ya que están dadas las condiciones y además quedan escasos ¿cinco minutos tal vez? 

Bueno, final trágico pero con una enseñanza de que no todo esta escrito, que nadie se corresponde con nadie, que la alegría no es para todos... pero de golpe, un giro rotundo de la película, últimos cuatro minutos, el protagonista se encuentra con que al final todo estaba escrito, que todos nos correspondemos con alguien, que la alegría llega para todos y que hay que ser ingenuo, confiado y blando. ¿Por qué? Porque finalmente todo eso parece que es posible y termina la película. Es decir que no importa lo que pase, de alguna forma azarosa todo va a terminar bien. 

Linda moraleja ¿no? Peeeeero esos últimos cinco minutos de la película son exactamente iguales a los primeros cinco minutos. Quiero decir que si la película seguía lo mas factible es que la historia se volviese a repetir, nada indica lo contrario. Esto me molestó, todos saliendo del cine conmovidos, pensando en la moraleja y el final esperanzador de la película y haciendo paralelismos con sus propias vidas... y yo tan Grinch pensando que no es un final feliz, porque la película sólo mostró el comienzo de un "potencial final feliz", que si partimos de la premisa de los cinco minutos iniciales y sus conclusiones trágicas, podría deducir que la película terminó con el inicio de otra gran tragedia. 

No es que quiera quitarle las esperanzas a nadie, pero creo que interpretaron la moraleja equivocada de la película, la que hace más feliz al espectador que necesita escapar de la rutina, de los problemas y del ruido constante de la ciudad. Discúlpenme que parezca negativo pensando que la moraleja era la otra, lo que pasa es que ya no soy influenciable con historias de finales felices, no soy tan ingenuo, confiado y me volví bastante más frío.