Cada año que
pasa vuelvo a reflexionar sobre lo que pasó. Hace 8 años recién estaba
empezando a sentirme parte de un proyecto político “nacional y popular”.
Es
cierto que en el año 2003 mis viejos (en especial mi viejo) me llevaron a Plaza
de Mayo para la asunción de Néstor Kirchner y a quien por algún motivo le tenía
mucha fe, en esa oportunidad no fui por él sino por Fidel Castro y Hugo Chávez que
iban a estar ahí. No había tradición peronista en la familia, sino una
tendencia anti-peronista y de admiración a la izquierda en general. Creo que mis
años previos al 2010 crecía en mi una tendencia a la izquierda, hasta que en el
2010 empece a sentirme como un hijo adoptivo de un movimiento al que pocas
veces había visto con buenos ojos. Programas sociales, legislaciones
progresistas y una mejora económica en general me hicieron ver que otro país
era posible. También ver a las figuras de la “vieja política” englobados en
contra de este proyecto terminó de hacerme cerrar la ecuación.
Fue en toda
esta transición, a mis 17 años, donde lo ideológico se relegaba un poco frente
al pragmatismo: un proyecto político que no encarnaba una revolución, pero que
era lo mejor que me había tocado ver en la vida. Previo a este proyecto no
había visto más que De La Rua, Saa, Puertas y Duhalde, personajes que no me
gustaban ni un poco. A medida que pasaban estas cosas llegó un 20 de octubre de
2010, un día trágico en que un militante del PO era asesinado por la burocracia
sindical. Admito que en el momento no comprendí la magnitud de lo que había
pasado, ni las implicancias que tuvo el gobierno al cual empezaba a sentirlo
propio (implicancias para bien y para mal, obvio).
Pasaban los
años y cada aniversario de esa tragedia iba haciéndome distintas reflexiones,
influenciado obviamente por la línea de mi organización: que nosotros estábamos
totalmente en contra de aquellas prácticas, que no teníamos nada que ver, etc.
Que en definitiva de nuestra parte, obviamente, siempre hubieron muy buenas
intenciones con todo, pero lástima que algunos dirigentes se aprovechaban de
eso y nosotros quedábamos pegados.
Para mi
suerte, y quizás para la de muchos, hubieron militantes de izquierda que, de
buena o mala manera, nos cuestionaron esa visión y tenían razón en algunos
planteos. Realmente ¿no teníamos nada que ver con lo que le pasó a Mariano? Por
acción u omisión ¿no fuimos responsables también? Sin ninguna intención de
quitar mérito a lo positivo del proyecto político que defendí y defiendo,
nuestro gobierno fue el que no terminó con la flexibilización laboral encubierta
que nos dejó el laburo tercerizado, fue nuestro ministro de trabajo el que
aconsejaba a Pedraza, fue nuestra propia organización política la que lo invitó para que nos forme sobre el mundo sindical. Uno podría decir que no
existe ningún gobierno ni funcionario con las manos limpias, que uno podría
haberles dado el beneficio de la duda en un principio pero... qué difícil cuando ya salieron a la luz los detalles y el trasfondo de la tragedia ¿no?
Difícil también, ante estos hechos, hacer de cuenta que fue cosa juzgada y que, por
ejemplo, nuestro gran ex ministro Tomada (cada vez más querido conforme Triaca
siga ejerciendo ese cargo) salió ileso judicialmente. Hablo por mi, quizás para
algunos no sea difícil: ampararse en que la justicia no lo juzgó sea suficiente
para votarlo, no una, sino dos veces, para dejar de lado nuestros juicios
personales, que deben ser políticos si somos militantes y no dejar todo al
criterio de lo meramente judicial.
Creo en que
cuando uno milita en un espacio político, debe ser militante sin beneficio de
inventario, que si está orgulloso de los logros que tuvo ese proyecto, también
debe sentir vergüenza de los fracasos, debe repudiarlos y actuar en consecuencia, porque en caso contrario uno los avala también.
Cuando
hablamos de volver mejores, realmente deseo que sea de verdad volver mejores y
no volver a toda costa o con quien sea. Si hay 2019, que no haya nunca más un
20 de octubre de 2010.
Pasaron 8
años. No me olvido del militante Mariano, no me olvido del “compañero” Pedraza,
no me olvido de nuestro ministro Tomada, no me olvido de mi organización, no me
olvido de mi.
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